El comportamiento de los padres durante el desarrollo temprano tiene una fuerte influencia en el desarrollo emocional y social de infantes. La literatura sobre crianza, humana o animal, se ha centrado principalmente en las interacciones entre madres e hijos, con poca investigación dirigida a comprender cómo el comportamiento paterno podría contribuir al desarrollo del infante. Estudios preclínicos indican que vínculos fuertes de pareja en roedores adultos tienen efectos protectores sobre el neurodesarrollo y contra los efectos de drogas. En este sentido, las condiciones de crianza durante la ontogenia temprana pueden tener efectos diferenciales en el desarrollo infantil y la experiencia con las drogas. Nos propusimos analizar, en una cepa de ratones no monógamos (C57BL/6), si diferentes estructuras parentales de crianza (madre sola -MS- o a cargo de ambos progenitores, biparental -BP-), pueden tener un impacto diferencial en la crianza durante la lactancia, el comportamiento de la progenie durante la adolescencia y su respuesta al alcohol en este período. Nuestros resultados evidenciaron que en la crianza BP, los progenitores están más tiempo en el nido con las crías, estas están menos tiempo desprotegidas y los padres dedican más tiempo a conductas dirigidas a los infantes. Durante la adolescencia, observamos que los sujetos MS presentaron un perfil más ansioso que los pares BP. En paralelo, estos adolescentes MS mostraron un mayor consumo de alcohol y una mayor sensibilidad a los efectos ansiolíticos del alcohol. Desde un abordaje neurobiológico, observamos que los infantes MS tenían una mayor activación neural en áreas del cerebro relacionadas con estrés y ansiedad como el circuito amigdalino. Estos resultados resaltan la importancia de la crianza como un período crítico del desarrollo temprano y los efectos a largo plazo que esta experiencia puede generar.